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viernes, 28 de marzo de 2014

Casona, una vida triunfal tras el telón

 
Alejandro Rodríguez Álvarez era conocido como Alejandro Casona porque nació y se crió en una vieja casa solariega que, por ser la más grande de la aldea, era llamada por todos “la casona”. Salió de su Besullo natal, una aldea muy pequeña perdida en las montañas de Asturias, y consiguió pasear por todo el mundo su obra literaria y teatral.

Hijo de maestros, que como él mismo escribe en sus memorias es "el peor pagado de los cargos públicos en España” y especialmente interesado en “historia, geografía y literatura”, recorrió, debido a los traslados de sus padres, gran parte de la geografía española. Comenzó el bachillerato en Gijón, ciudad que para él fue un descubrimiento sensacional: el mar, la vida urbana, los tranvías y lo terminó en Murcia. 



Uno de los grandes maestros teatrales de nuestro país se intranquilizó de modo terrible, hasta el punto de no poder dormir la primera vez que vio una obra porque descubrió un mundo maravilloso que le pareció mejor de lo que había visto nunca en su vida hasta ese momento. Comenzó su andadura teatral como actor, con una afición muy fuerte a representar, hasta el punto de escaparse de casa para interpretar un papel con una horrenda compañía que, tras la actuación, lo abandonó pasando hambre, un hambre feroz y tuvo que regresar a casa andando, pero la afición de actor, le quedó para siempre. Creía ser un muy mal actor. Muy malo, con seguridad.

 Primero escribió piezas muy breves para un grupo teatral de niños llamado “El pájaro Pinto" con el único objetivo de divertir a los chicos y a sus familias. Después, una vez hubo terminado “La sirena varada”, viajó a Madrid a visitar a varios empresarios, pero todos le dijeron: “No sirve para nada”, y eso le hizo renunciar a la idea de estrenar. Pero de Adrián Gual, que tenía el Teatro Íntimo de Barcelona, obtuvo una respuesta muy diferente e fue que había que estrenar la comedia fuera como fuera. Además la presentó en 1933, al Lope de Vega, el concurso más prestigioso de literatura dramática en lengua española de la época. Su obra obtuvo el galardón y a partir de ese momento, comienza a ser conocido.

Jacinto Benavente habló así tras el estreno de “La sirena varada”: “Alejandro Casona es un gran poeta ante todo. Muy moderno, pero muy seguro de su modernidad. Es, entre los jóvenes, uno de nuestros más positivos valores”.

Tras este éxito continúo trabajando, y así, estrenó en 1935 en Valencia “El misterio de María Celeste” y en Barcelona, “Nuestra Natacha”.

Con el estallido de la guerra se ve obligado a exiliarse en Francia, donde contacta con una compañía de comedias en la que trabajara como director artístico en una gira por Cuba, México, Puerto Rico, Colombia, Chile, Perú, Venezuela y Argentina. Será en Sudamérica el lugar en el que estrene las obras que más éxito y prestigio le otorgarán tales como: “Las tres perfectas casadas”, “La barca sin pescador”, “La tercera palabra”, “Siete gritos en el mar” y algunas otras. Desde allí su obra se extendió a todo el mundo, Milán, París, Jerusalén, Viena, Moscú, Ginebra……

Hasta 1962 no volverá a España, último país que lo vio triunfar con obras como “La dama del alba”. Permaneció en su país natal, hasta su muerte en 1965 habiendo alcanzado el reconocimiento universal.
Texto: Pedro Rodríguez.

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