Iñaki Granados: “Los taxistas somos los mejores confesores”
La crisis ha hecho que
surjan trabajos hasta ahora inimaginables, muy creativos y de diverso tipo,
pero ¿alguien se imagina un taxista que a la vez que te lleva te hace de confesor?
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Joseph Djan. |
M. Conde / E. Castaño. Joseph Djan es un pastor de 52 años, el cual señala que trabajar como taxista en Nueva York es una oportunidad perfecta para conocer y hablar con gente que necesita desahogarse. Por eso fusionó estos 2 oficios y ahora ofrece a los pasajeros la oportunidad de confesarse de forma rápida, mientras que viajan en su taxi. Él lo que busca es conseguir que sus clientes puedan contarle sus problemas y sus pecados, para que se vayan de su taxi tranquilos y con el alma limpia.
Por el momento, en España esto nunca se ha llevado a cabo ¿Sería posible? Hemos entrevistado a Iñaki Granados, taxista desde hace más de 20 años en Santander (Cantabria) para que nos dé su opinión sobre este servicio y la viabilidad de este nuevo concepto llevado a cabo en Nueva York.
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Iñaki Granados: En el tiempo que llevo trabajando he escuchado de todo mientras conducía, discusiones de pareja, padres que echan la bronca a sus hijos incluso me han pedido que le llevase lejos de su marido, que le quería abandonar. Y en esos momentos, lo que tienes que hacer es escuchar y dejar que las personas se desahoguen tranquilas.
en2min: ¿Qué es lo más llamativo que le ha ocurrido como taxista?
en2min: ¿Qué es lo más llamativo que le ha ocurrido como taxista?
I.G.: Me ha ocurrido de todo, la verdad. Mujeres que con dos copas de más se pasan al asiento del copiloto e intentan meterme mano u otras cosas. Incluso después han intentado denunciarme por cosas que no he hecho. Pero no todo es así, también hay cosas curiosas. Hoy mismo una mujer mayor me ha pagado un trayecto que no llegaba a 15 € con un billete de 50 € y se ha bajado sin pedirme el cambio. La conozco, así que espero que me lo pida porque seguramente haya sido un error.
en2min: ¿Usted vería posible aquí en España, curas que confesasen a sus fieles trabajando con los taxis?
I.G.: Yo creo que no, son dos profesiones distintas. Aun así mucha gente nos confunde con curas y nos cuentan todo tipo de problemas esperando consejo o por lo menos salir desahogados y más tranquilos.
en2min: Póngase en el lugar del pasajero, ¿usted confiaría en el taxista que le lleva tanto como para contarle sus problemas?
I.G.:Yo personalmente, no contaría mis problemas a una persona que no conozco porque no creo que sea lógico. Nunca sabes lo que puede hacer esa persona con lo que tú le confiesas.
en2min: ¿Qué cosas le suelen contar?
I.G.: Lo normal es que las personas mencionen a sus familias en la conversación y también es habitual que se quejen de ellas. A la gente le gusta mucho el chismorreo, siempre saben cotilleos de su amiga, de su vecina o de cualquiera que se cruce por su camino. Y están deseando contarte todo lo que saben. O lo que se inventan.
en2min: En un trayecto largo ¿recurre usted a poner música y olvidarse del cliente que va atrás o le gusta hablar con él?
I.G.: Normalmente las dos cosas, pongo música pero me gusta hablar con el cliente, saber quién es la persona a la que estoy llevando, a qué se dedica… en fin, hacer ameno el viaje y de paso, ganarme algún cliente fijo.
en2min: ¿Ha escuchado conversaciones o ha vivido situaciones mientras conducía que le han incomodado?
I.G.: En más de una ocasión he deseado bajarme del taxi y dejar a la gente hablando de sus cosas porque oyes cosas muy fuertes que no se deben hablar en un taxi, y lo único que puedes hacer es intentar aislarte y concentrarte en la carretera. La gente no tiene vergüenza y no es consciente de que yo estoy ahí y estoy escuchando todo lo que dicen.
En las peores situaciones en las que me he encontrado, ha sido llevando a muchos maridos a clubs nocturnos a horas intempestivas y al día siguiente, encontrarme con sus mujeres y no saber cómo mirarles a la cara.
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