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lunes, 5 de mayo de 2014

La poesía inunda nuestras calles



Hace 17 años, a un poeta de Monterrey (México) se le ocurre la idea de llenar la ciudad con poesía. Para ello, se sirve de una pared y de un spray de pintura. Un spray idéntico al que utiliza un grafitero con estilo o un simple pandillero que pretende perpetuar su legado ensuciando la ciudad. El nombre del poeta latinoamericano es Armando Alanis Pulido y su proyecto: Acción Poética. Hace 17 años comenzó a escribir versos de poesía y poetas en las paredes, calles y aceras de su ciudad con el objetivo de promover el desarrollo de la poesía y fomentar la educación de este género literario.

Los adeptos de Acción Poética cada vez son más numerosos y gracias a la evolución tecnológica y digital de las redes sociales como Twitter o Facebook, este movimiento se ha expandido con gran rapidez. Así, el movimiento revolucionario poético se encuentra presente en México, Argentina, Lima, Perú, Venezuela y España entre otros países de habla hispana. Armando ha afirmado que aunque se trate de un movimiento centrado en la literatura, le atrae la idea de que algún día sus pintadas se conviertan en un atractivo turístico.

Valladolid se ha sumado a este proyecto. 
Sin embargo la ciudad impugnó una nueva ley por la que las multas ascedían a 751 euros, que ha servido de freno para que las pintadas afloren por las paredes de los edificios de Valladolid. Aun así, los responsables del servicio de limpieza consideran que se trata de un hábito difícil de erradicar, puesto que en cuanto las borran vuelven a aparecer hasta cuatro y cinco veces.

Desde que se empezaron a aplicar estas sanciones tan altas, a mediados de 2004, el número de pintadas se ha reducido a un ritmo de 900 menos cada año, hasta llegar a las 3.279 retiradas el pasado ejercicio. Esto implica un descenso del 35% de los graffiti de la ciudad y equivale a volver a los índices del año 2001.

Las pintadas de Valladolid se reparten de forma muy similar por toda la ciudad, aunque el centro es la zona más castigada y donde pillan a más graffiteros, casi a la mitad, y le siguen las zonas de Rondilla y Parquesol.

De una forma u otra, en las calles de la localidad podemos empezar a ver versos que rezan al amor, a la rabia del desamor, a la esperanza, al sexo, al optimismo… Versos que pretenden sacar una sonrisa a aquellos que lo lean. Versos que meramente pretenden amenizar un paseo, provocar o hurgar en algún sentimiento y reforzar la calidad poética que hoy en día está tan olvidada.
Texto y fotografías: Virginia Marnique.
@Runawaysvir

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