Cada fin de semana encontramos en todos los pueblos y ciudades a cientos de jóvenes que se reúnen en parques y plazas donde se realiza el botellón, práctica apoyada por los jóvenes pero desaprobada por la administración.
Hoy en día más del 50%
de los jóvenes de entre 18 y 26 años realizan el botellón todos los fines de
semana. Proporción que ha aumentado considerablemente en los últimos años
debido a la crisis económica y el aumento de los precios de las copas en los
bares y discotecas. Unos precios que no pueden asumir con su situación económica. Por ello compran el alcohol en los supermercados con lo que se
gastan mucho menos y acuden a beberlo a lugares públicos.
En contra del botellón
se encuentran los vecinos que sufren sin remedio las consecuencias negativas de
estas reuniones: ruido y suciedad. Además, la administración en los
últimos años ha perseguido esta práctica prohibiendo cualquier consumo de
alcohol en la vía pública y sancionándolo con multas que pueden ir desde los 90
hasta los 300 euros. Decisión que depende de cada ayuntamiento.
El conflicto entre los
vecinos y jóvenes aparece cuando entra en escena el derecho de los vecinos al
descanso. Generalmente el botellón se realiza en zonas residenciales, lo que
provoca ruidos, suciedad y en algunas ocasiones reyertas, destrozos del
mobiliario urbano y, consecuentemente, las quejas de los ciudadanos
afectados.
Todo incida que la prohibición total de
está práctica no es la solución, a pesar de las multas y de las persecuciones
que realizan los agentes cada fin de semana, los jóvenes no dejan de reunirse
esos días. Para ellos es una reunión social una forma de relacionarse con sus
amigos y de disfrutar del fin de semana, sin pagar los precios abusivos de los
bares de copas y pudiendo estar a su aire.
Una solución a este
problema, como muchos jóvenes demandan a los ayuntamientos, podría ser crear
espacios de ocio públicos dentro de las ciudades, donde los chicos puedan
acudir libremente sin sufrir la persecución de la policía y con diseños que
minimicen el ruido. Además podrían tener aseos y lugares para tirar los restos
de las reuniones.
Para ahondar más en
está cuestión hemos preguntado a 3 jóvenes, Lucía Polo de 22 años que
practica el botellón, Pilar Acebo vecina de Solares (Cantabria) y Alberto Rodríguez
policía local de Solares.
Texto, fotografía y vídeo: Mónica Conde.
@monicondeacebo
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Pero que tipo de periodista realiza un reportaje sobre el botellón? Madre mia.. y luego querréis trabajar
ResponderEliminarLos periodistas deben hablar de lo que ocurre y, sin este caso, hay un aumento gradual de los botellones, se informa. Si no le gusta este tipo de noticias le sugerimos que no las lea. La decisión es del lector. Precisamente trabajamos informando de los hechos.
EliminarUn placer.